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El invierno es sinónimo de sequedad, irritaciones y piel apagada. Prepara tu piel para el frío con los productos y rutinas más adecuados y presume de cutis bonito.
¿No preparas cada temporada tu armario para el invierno? Renuevas prendas, recuperas las que guardaste de la temporada pasada, haces acopio de ropa de abrigo,… ¿Por qué no preparar también la piel para la llegada del frío?
A menudo, la llegada del invierno causa irritaciones, rojeces, descamación y exceso de sequedad en diferentes zonas de nuestro cuerpo. Esto sucede debido a que el frío altera la película hidrolipídica de nuestra piel y las glándulas sebáceas trabajan con mayor lentitud. Los síntomas se agravan cuando además contamos con un tipo de piel seca o sensible.
Por otra parte, también hemos de tener en cuenta el impacto negativo que los meses estivales tienen sobre nuestra piel, debido, por un lado, a la exposición intensa a las radiaciones solares y, por otro, a la alteración de nuestras rutinas cosméticas, que suele implicar un descuido de la hidratación. Todo ello hace que el invierno sea una época en la que debemos prestar especial atención a nuestra piel para que no sufra ni se deteriore.
Prepara tu rostro
A la hora de evitar los daños que el frío provoca en nuestra piel, sin duda siempre debemos empezar por el rostro, porque es la parte de nuestro cuerpo más expuesta durante el invierno. Es frecuente que el cutis se muestre apagado durante esta época y que la sequedad y las rojeces sean una constante debido a los cambios drásticos de temperatura. Por eso, la hidratación es primordial durante el invierno, pero también una limpieza adecuada. Utiliza limpiadores adecuados, que no sean agresivos con el cutis (sin jabón) y evita el agua caliente en el rostro, ya que podría resecarlo.
Para la hidratación, busca las cremas que mejor se adapten a las necesidades de tu piel y complementa los cuidados con algún tipo de serum o tratamiento al menos una vez por semana. Para el invierno son ideales las fórmulas nutritivas que contienen glicerina, ceramidas o ácido hialurónico, porque garantizan una hidratación más duradera. Asimismo, no debes olvidar el contorno de ojos en el momento de la hidratación, tanto diurna como nocturna.
Además, si tienes la piel del rostro sensible, puedes recurrir a cremas especiales para combatir las rojeces y evitar esas ronchas con las que tu cutis protesta ante los cambios de temperatura.
Exfoliar el rostro al menos una vez por semana será la mejor forma de eliminar las células muertas que se acumulan en la piel durante el invierno. Además, la exfoliación mejorará la penetración de los tratamientos hidratantes y sérum que te apliques durante el invierno. Pon especial atención a los labios, que tienden a resecarse fácilmente con la combinación de bajas temperaturas y calefacción y no olvides exfoliarlos también todas las semanas para evitar pieles muertas o calenturas.
La manos, grandes sufridoras
Las manos también son grandes sufridoras durante los meses de invierno, por lo que la crema de manos ha de ser un accesorio más en tu bolso durante estos meses. Para cuidarlas más en esta época debes evitar los jabones que resequen, el agua caliente (opta por la tibia), secarte bien siempre después de lavarte y usar cremas de manos que contengan ingredientes como la urea, el ácido láctico, la glicerina, la lanolina, la manteca de karité o el aceite de jojoba, entre muchos otros.
Cuando apliques estas cremas no olvides las intersecciones de los dedos, así como incluir las uñas y las cutículas, que también están expuestas a la deshidratación durante el invierno.
Además, utilizar guantes protegerá la delicada piel de nuestras manos de las temperaturas extremas y evitará los episodios de irritación.
Protege tu cuerpo
El resto de la piel del cuerpo, aunque no tan expuesta durante el invierno, también merece una atención especial para evitar episodios de sequedad. Utiliza cremas corporales a base de ingredientes como el aceite de coco, el aceite de argán, aloe vera, rosa mosqueta, centella asiática, manteca de karité, etc. Aplica al menos una vez al día, por la mañana o por la noche tu loción corporal favorita sin olvidar codos, rodillas y pies. Para los talones, puedes aplicar crema untuosa por las noches y colocarte calcetines a modo de tratamiento emoliente.