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Cómo organizar las mesas el día de tu boda, es un auténtico quebradero de cabeza, pero dejarlo al azar o esperar que nuestros invitados de forma espontánea lo organicen no es una buena opción.
Pero ¿por dónde empezar?
Lo primero es tener claro el número de invitados que asistirán a nuestra boda. Haz una lista con todos los nombres de los invitados que han confirmado su asistencia. Agrúpalos por parejas, familias, niños…
Puedes realizar dos listas, los invitados de la novia y los del novio (ojo! luego mézclalos).
La forma y el tamaño de las mesas. La mesa nupcial ¿es redonda o alargada?. Las mesas normalmente suelen ser de 8 a 12 comensales, lo más común es que sean redondas aunque las mesas rectangulares pueden quedar muy bien especialmente para bodas que se celebran al aire libre.
El lugar de la celebración y la distribución de las mesas. Es importante que las mesas estén bien colocadas. Si están demasiado separadas nuestros invitados se sentirán aislados, si al contrario están excesivamente juntas se sentirán incómodos al no tener espacio para moverse.
Como distribuir a los invitados?
A la hora de distribuir las mesas podemos colocar a los invitados junto a la gente que conocen, o tal vez separarlos un poco para que conozcan a nuevas personas y evitar mesas muy reducidas. Es importante que cada persona se siente al lado de al menos una persona que ya conoce. A la hora de combinar invitados que no se conocen debemos tener en cuenta la edad e intereses similares. No es una buena idea colocar a tú amiga alternativa junto a la mejor amiga de tu abuela, usar el sentido común ayuda mucho.
Podemos empezar por agrupar las familias y los compañeros de trabajo en las mismas mesas. Si sabemos que alguien no se lleva bien, trata de sepáralos, de esta manera, aunque sea obvio para los invitados, evitamos situaciones desagradables.
Evita mezclar grupos de edades muy distintas. Los pequeños pueden sentarse solos en una mesa. Si van a acudir muchos niños a la ceremonia, es una idea genial contratar a una “canguro”, así los padres se relajarán y nos aseguramos que los peques no lían alguna.
Trata de equilibrar las mesas, con un número parecido de hombres y mujeres. Como dice el refrán popular “de las bodas salen otras bodas” pero mucho cuidado ¡¡¡no hagan de celestinos!!
Resiste la tentación de tener una “mesa de restos”. Es preferible hacer hueco o reubicar a algunos invitados que tener una mesa con todos los invitados que no hemos podido colocar.
Todos tenemos nuestros amigos “comodín”, los parlanchines, que se relacionan con todos o hablan varios idiomas. Colócalos en las mesas más complicadas o variadas y así nos aseguramos que los invitados se relacionan.