Una técnica que puede hacer mucho por ti (y en cualquier momento del día).
La práctica del mindfulness no significa dejar la mente en blanco. Más bien todo lo contrario, aunque el resultado sea lo más parecido a no pensar en nada.
Aunque se han relacionado ambos conceptos, la práctica del mindfulness se basa en entrenar nuestra atención de forma activa para dejar atrás estímulos superficiales. Hablando claro: centrar la atención en ti y en tu cuerpo para desconectar y conseguir, a la larga, beneficios a nivel emocional y un estado de bienestar generalizado. Con esta meditación vamos llevando nuestra atención a la respiración, una y otra vez.
Una de las grandes bondades de esta práctica es que nos permite aprovechar momentos de nuestra vida diaria para ejercitar nuestra atención y (paradojas de la vida) ayudarnos a desconectar de todo. Y es que ese trabajo de atención tiene un efecto en determinadas áreas cerebrales relacionadas con el estrés, la memoria, la empatía, la productividad y las relaciones sociales. ¿El resultado? Un largo etcétera de beneficios a nivel emocional que podrían resumirse así: menos niveles de estrés, mayor capacidad de concentración, mayor capacidad para superar situaciones difíciles y aumento de la creatividad y la intuición.
¿Puede practicarlo cualquier persona?
Estamos hablando de beneficios súper apetecibles que no siempre serán iguales para todo el mundo. Porque aunque los efectos que tiene la práctica del mindfulness sobre nuestro cerebro son los mismos para todas las personas, los beneficios serán muy particulares y cada uno los sentirá con mayor o menor intensidad en función del momento en el que se encuentre, ya que no siempre resulta fácil desconectar.
La importancia de la respiración
Uno de los pilares fundamentales del mindfulness se basa en una meditación centrada en la atención plena en la respiración. Prestar atención a nuestra respiración, ser conscientes de lo mucho que hay de vida en la respiración, es una manera de apostar por nuestro bienestar.
¿Cómo aprovechar situaciones de nuestra vida diaria para ponerlo en práctica?
Otro de los pilares del minduflness se basa en la práctica informal, en aprovechar situaciones muy cotidianas para seguir entrenando nuestra atención. ¿Cómo? Aunque hay muchas alternativas y ejercicios, un buen ejemplo puede ser disfrutar del café por la mañana centrando toda tu atención en su olor, en su sabor, en el color.
¿Qué ejercicios podemos llevar a cabo en cualquier momento del día?
Porque como no sólo de contemplación y respiración vive el mindfulness, se pueden aprovechar situaciones muy cotidianas para llevar a cabo ejercicios, que si eres constante te reportarán mucha paz. Los explicamos:
-Aprovecha el momento de la ducha para ejercitar la atención y la concentración. ¿Cómo? Prestando especial atención a las partes de tu cuerpo, a las sensaciones físicas, de los pies a la cabeza. No te llevará más tiempo hacerlo, solo se trata de aprovechar ese momento para “trabajar la atención”.
-Cuando estés en la oficina frente al ordenador intenta practicar durante unos instantes la coordinación del movimiento de la cabeza con la respiración.
-Aprovecha un paseo corto o el trayecto del aparcamiento a la oficina para observar cosas concretas, en detalle. Centrando la atención en las personas que te cruzas, en los coches que encuentras en el semáforo o simplemente en el ritmo de tus pasos al caminar: prestar atención a lo que no solemos prestar atención, es otra forma de practicar.
La importancia de tomar distancia de todo
O, lo que es lo mismo, contemplar el mundo desde lejos, aunque solo sea un ratito. Y es que el tercer fundamento de esta técnica se basa en la autoobservación desapegada de los procesos mentales habituales.
Es decir, mirar hacia dentro de uno mismo sin esperar nada, sin hacer juicios, simplemente para descubrir.
Se trata de poder observar, de tomar distancia de nuestros procesos mentales. Y desde ahí, creando espacio, es donde sucede todo lo demás.