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Una vez elegido el vestido, la mayor preocupación de una novia es saber cuál es el peinado más adecuado y cuál será el maquillaje perfecto para subir al altar; lucir una tez resplandeciente, no demasiado bronceada ni excesivamente pálida, es el objetivo de una novia radiante.
Lo principal es que una novia tenga una piel hiperluminosa. Ahora que el negro es uno de los colores que regresan a las pasarelas de moda nupcial, el color del vestido negro o blanco no condiciona el maquillaje, porque ambos son un clásico, lo principal es respetar la ‘personalidad’ de la novia.
Los maquilladores apuestan por focalizar el maquillaje en la piel, aplicando bases fluidas y polvos prensados, no volátiles. Lo más importante es que la novia esté luminosa, para ello hay que concentrarse más en el estado de la piel que en los ojos o los labios.
Recomiendan utilizar el mismo tono de base que la piel de la novia y, si es pálido, darle después un tono más alto con polvos bronceadores.
El rosa, tanto para los labios como en sombra de ojos, es el color estrella.